"Después de un aborto lo que sucede es un duelo".
vamos a entender mejor el duelo que sigue a un aborto.
¿Que tipo de profesional puede ayudar a una mujer en este proceso?
Desde el momento en que una mujer entra en urgencias con un
sangrado o con la dificultad que sea, desde la persona que le atiende en
la ventanilla de ingreso, hasta la auxiliar que le lleva la comida,
pasando por ginecólogos, matronas, enfermeras… Todos deberían estar
preparados para atender correctamente a una mujer que haya perdido un
bebé o esté en proceso de hacerlo, sea el mes de gestación que sea en el
que se produce la pérdida.
¿Como reconoceremos que el profesional no nos ayuda?
Esto es igual que para un parto. La madre acude al hospital en
una situación de indefensión extrema, con la angustia añadida de que
puede estar perdiendo a su hijo o el conocimiento de que ya lo ha
perdido. La madre tiene que pasar por un parto para parir a su hijo, da
igual en qué semana gestacional esté. Cuanto más avanzado sea el
embarazo será más similar a un parto y cuanto menos más parecido a una
regla fuerte.
Lo ideal sería que el parto fuera no intervenido, dejar que el
cuerpo haga su trabajo, con sus tiempos, sus hormonas. No hay estudios,
pues todavía nadie se ha puesto a ello, pero con la experiencia de
quienes hemos pasado por ello (y somos unas cuantas) sabemos que la
oxitocina que se genera en el cuerpo con el dolor de las contracciones
ayudan y emponderan a la madre. Parir a tu hijo siempre te deja ese
regusto de saber que tu cuerpo funciona que ha hecho lo que tenía que
hacer.
Evitar a una mujer tener esa experiencia es ir en su contra. Hay quien prefiere entrar por el guión que ofrece el sistema, pero hay quien no y se debería poder elegir. Hay muchas mujeres que habrían elegido antes un manejo expectante y no lo hicieron porque no sabían que se podía hacer. Desgraciadamente, la mitología médica habla de terribles consecuencias para la madre (infecciones, muerte…) si elige parir a su hijo (ya sea un embrión o un bebecito) y ése es el mensaje que transmiten “quienes saben”.
Evitar a una mujer tener esa experiencia es ir en su contra. Hay quien prefiere entrar por el guión que ofrece el sistema, pero hay quien no y se debería poder elegir. Hay muchas mujeres que habrían elegido antes un manejo expectante y no lo hicieron porque no sabían que se podía hacer. Desgraciadamente, la mitología médica habla de terribles consecuencias para la madre (infecciones, muerte…) si elige parir a su hijo (ya sea un embrión o un bebecito) y ése es el mensaje que transmiten “quienes saben”.
He acompañado a muchas mujeres en el manejo expectante de
la pérdida de sus embarazos de pocas semanas y muy pocas han necesitado
finalmente un legrado. Mi compañera M. Àngels dijo una vez que los
legrados eran a la pérdida gestacional lo que las innecesarias eran al
parto. El legrado deja una sensación de vacío en la madre. Vivir el
ritual de sangre que supone sentir irse a tu hijo, empondera. Pero hace
falta información y mucho apoyo. Y respeto para dejar elegir una cosa u
otra.
¿Es necesario medicar para superar una depresión postaborto?
Después de un aborto no siempre ha de darse una depresión. Lo que se sucede a una pérdida es un duelo, no una depresión.
Es verdad que el duelo puede derivar en duelo patológico,
pero la patología podría ir en la línea de una depresión pero también
en la línea de un trastorno psicótico. Sería complicado de explicar aquí
detalladamente. En estos casos es necesaria el tratamiento con un
profesional, pues el éxito del tratamiento, como en muchos otros,
depende de que se pueda coger la enfermedad en su inicio. No es lo más
común, pero podría darse.
En cuanto a suministrar medicamentos, será el psiquiatra quien lo
juzgue necesario, pues los psicólogos no podemos medicar. El momento de
la pérdida pueden darse episodios de ansiedad, irrealidad, mareos… Es
común dar ansiolíticos para evitar todo esto.
Se sabe desde la atención a víctimas de catástrofes que
esta práctica ayuda a corto plazo porque elimina la sintomatología, pero
que a largo plazo es negativa porque evita que se realicen en el
cerebro las conexiones neuronales adecuadas que ayuden a la persona a
afrontar las siguientes etapas del duelo y no quedarse bloqueada en
alguna.

¿Es correcto el término depresión post aborto o no siempre es exactamente una depresión lo que produce el dolor del aborto que necesita ayuda?
Hay muchos factores los que marcan esto. En principio el duelo es una reacción psicofisiológica normal del cuerpo-mente tras una pérdida. Se dice que transcurre un año para empezar “a levantar cabeza”. Después el dolor está ahí, pero se han aprendido recursos para aceptarlo. El tiempo mitiga la intensidad del dolor… La depresión es un término que hablaría de patología y necesitaría tratamiento psicoterapéutico para superarla.
¿Ver al feto o al bebé fallecido ayuda a establecer un duelo?
Ayuda enormemente, pero pienso que como en todo, hay que ser respetuosos con la decisión de los padres, y si no lo quieren ver, no se puede obligar. No estamos acostumbrados a “ver muertos”.
Pienso que si a los padres se los apoya emocionalmente, se les explica lo que van a ver, que no tiene que dar miedo, muchos más elegirían verlo.
También en los hospitales en los que se ha desarrollado un protocolo
de atención a la muerte perinatal la comadrona lava y viste al
pequeño, a veces cubriendo zonas que puedan presentar alguna
malformación, para que sea más llevadero a los padres.
Hay otra práctica en la que se les fotografía y se guardan las fotos en el historial de manera que si los padres que no quisieron verlo luego quieren hacerlo puedan acceder a ellas y poner rostro a un hijo al que no van a conocer más allá de los meses que está en el vientre.
Uno de los principales problemas a la hora de establecer un duelo es la negación, hacer como si no ha pasado nada. Si se muere el abuelo es difícil negar esa muerte porque tienes todos los recuerdos de una vida para mantener ese recuerdo vivo.
En el caso de las muertes intraútero o en el parto es más fácil hacer como si no hubiera ocurrido ese hijo. Ya he dicho que nuestra sociedad es muy negadora en cuanto a la muerte se refiere y hay un montón de mecanismos que ayudan a seguir “como si no hubiera pasado nada”.
Hay otra práctica en la que se les fotografía y se guardan las fotos en el historial de manera que si los padres que no quisieron verlo luego quieren hacerlo puedan acceder a ellas y poner rostro a un hijo al que no van a conocer más allá de los meses que está en el vientre.
Uno de los principales problemas a la hora de establecer un duelo es la negación, hacer como si no ha pasado nada. Si se muere el abuelo es difícil negar esa muerte porque tienes todos los recuerdos de una vida para mantener ese recuerdo vivo.
En el caso de las muertes intraútero o en el parto es más fácil hacer como si no hubiera ocurrido ese hijo. Ya he dicho que nuestra sociedad es muy negadora en cuanto a la muerte se refiere y hay un montón de mecanismos que ayudan a seguir “como si no hubiera pasado nada”.
Ver a tu hijo, ponerle un rostro, un nombre, ver que se
parece al padre, que tiene las orejas de la abuela, el mentón del tío
Juan… es hacerlo más real, aunque duela más, es entrar en el duelo por
la puerta grande. Cuántas madres conozco a quienes no dejaron ver a sus
hijos (para que no sufrieran) que guardan como la pena más grande el no
haber podido ponerle cara a su hijo.
¿Darle nombre o guardar recuerdos de él es beneficioso o causa más pena?
Como decía antes, es entrar por la puerta grande en la labor de
duelo. A primera vista es verdad que causa más pena, pero porque hace
que la pérdida sea más real, tenga peso, no nos deja escaparnos de la
realidad.
¿Una madre que ha tenido un aborto, es una madre también, verdad?
Por supuesto. Y hoy sabemos gracias a la Ciencia que no es algo
que se dice sólo para consolarse una. Desde el inicio del embarazo hay
un intercambio de sangre entre la madre y el hijo. Aunque el bebé muera
se sabe que esas células permanecen en la madre hasta 20 años más tarde.
La maternidad va mucho más allá que tener un bebé en brazos.
¿El aborto se olvida o se supera?
Yo creo que ninguna de las dos cosas. Se aprende a vivir con
ello. Se cree que una pérdida de pocas semanas no ha de suponer gran
pérdida para alguien ya que no ha tenido vida física visible.
Lo cierto es que una madre es capaz de sentir amor por su bebé desde
el minuto 0 de su concepción ¡¡e incluso antes!! Perderlo es una gran
tragedia de la que cuesta mucho recuperarse.
Si no se enquista el duelo, el tiempo, tener otros hijos, pueden aliviar en parte el dolor. Pero en muchos casos la cicatriz emocional y energética será como esas cicatrices físicas que duelen cuando va a cambiar el tiempo. Un hijo es un hijo y siempre estará presente de una manera u otra en la vida de los padres. Y de los hermanos y de los abuelos…
Y más porque como ya he dicho, en nuestra sociedad no hay
rituales, ni sagrados ni cotidianos que marquen un esquema de cómo ha de
continuar la vida en adelante, con lo que los padres se encuentran
terriblemente confundidos y desorientados. Eso por supuesto no ayuda
mucho.
¿Como canalizar ese dolor y ese amor a alguien que ya no está?
Haciéndolo presente. No solamente a través de una caja de
recuerdos. Tal vez tengas más hijos y les hagas un cuadrito a punto de
cruz con su nombre; por qué no grabar también el nombre del niño que no
está.
Una mamá contaba cómo la abuela tejía una mantita para la nieta y la
dejó de tejer cuando se malogró; al cabo de los meses terminó la manta y
la madre la guarda como algo precioso. Hay quien planta un árbol para
conmemorar el nacimiento de sus hijos. ¿Por qué no plantar uno también
por el que no llegó a vivir fuera del útero?
¿Te imaginas que hicieran lo mismo para los bebés muertos en el tiempo de la gestación o en el parto o a los pocos días de nacer? De primeras puede sonar macabro, pero si lo piensas bien sería un acto social y comunitario de reconocimiento hacia todos esos niños. Los padres estarían felices de poder hacer algo por sus hijos perdidos y el monte lo agradecería también. No es macabro en absoluto, es un gesto como otro cualquiera. Y sólo es echarle un poco de imaginación para que se nos ocurran más ideas.
En mi ciudad hay una iniciativa muy bonita para repoblar
los montes de alrededor. El ayuntamiento te da la posibilidad de plantar
un árbol por cada bebé que nace. Hace poco fue la plantada del los
bebés que nacieron el año pasado. Allí fuimos muchas familias en los
autobuses que ponen. Es un gesto comunitario, pues siempre viene bien
que se reforeste el monte, y vernos tantos allí, pues fue muy bonito. Mi
hija pequeña tiene un árbol creciendo a la par que ella.
entrevista a la psicóloga Mónica Álvarez
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