sábado, 1 de septiembre de 2012

Como enfrentar la perdida un hijo

 

¿Cómo enfrentar la pérdida de un hijo?



Abrazar el sufrimiento para dejar de sufrir. Es lo que hacen los padres que han experimentado el indescriptible dolor de perder un hijo.

Entender el proceso del duelo ayuda a revalorar la hermosa experiencia de seguir viviendo.


Las lágrimas, sus grandes compañeras, no dejan de caer por su rostro. María quiere contar su pena, pero prefiere mantener el anonimato. Pide que cambiemos los nombres... pero sabe y entiende, que su dolor es compartido por muchas familias que han perdido a uno de sus hijos. Contándola, dice, ella puede ayudar. Y de paso, ayudarse a entender su propio duelo.

Son ya seis meses desde que su pequeña Mariana murió. Ella nació con un problema genético y los doctores dijeron que no iba a vivir más de un año. Pero al mes y medio, dejó de respirar. Estaba en mi cuarto, en mi cama. Me acompañaba la enfermera y mi hija Andrea, de sólo 4 años. María llora al recordar esos primeros momentos de incertidumbre. Su marido no estaba en casa y ella sólo atinó a correr hacia el Hospital Inglés. Allí me explicaron que ya no había nada que hacer. Y me indicaron los pasos a seguir. Sé que fue un poco irracional llevarla ya muerta, pero quise hacer todo por ella hasta el final. Recuerdo vagamente que después, mis papás se llevaron a Andrea a su casa y yo regresé por la pijamita con el que la iban a cremar...

Esa noche apenas durmió, pero quiso ir a la funeraria y acompañar por última vez al pequeño cuerpecito de Mariana. Me entregaron el cofre con sus cenizas y mi esposo lo cargó todo el tiempo. Luego, se ofició la Misa y la depositamos en la cripta familiar, recuerda entre sollozos.

Dolor devastador

María, como muchas madres que pierden a sus hijos, reconoce que en esos momentos no dejaba de preguntarme ¿por qué tengo yo que sufrir este dolor? Cuenta que se sentía muy sola, aunque la acompañaran su esposo y familia. Nada humano te ayuda. Es un dolor tan devastador, que te pulveriza.

Es que sobrevivir a la muerte de un hijo es algo para lo que no estamos preparados. Una pérdida tan fuera del libreto de la vida provoca un verdadero terremoto emocional en los padres.

Hablar de duelo y de sus fases es algo que los especialistas vienen manejando desde hace unas cuatro décadas. Sin embargo, nuestra cultura poco a poco comienza a entender y aceptar lo que este doloroso proceso implica.

Por esto, muchas veces, frente a una situación como la que está viviendo María, los familiares y amigos cercanos quieren ayudar, pero no saben cómo. Frases como tienes que salir adelante por tus hijos o sé valiente y ya no llores, definitivamente no ayudan.

Acompañar, abrazar y escuchar son la mejor medicina, aconsejan padres que han pasado por este dolor. Muchos, hoy se juntan para compartir sus experiencias en grupos de apoyo (ver recuadro).

¿Qué es el duelo?
Los especialistas diferencian. Una pena, es el conjunto de emociones que sentimos al perder una persona, cosa o evento importante en nuestras vidas. El duelo, en cambio, es el proceso por el cual lidiamos con esos sentimientos y emociones después de la pérdida.

Lo importante es entender que un proceso de estas características es individual; ninguno es igual a otro y es diferente el duelo que vive un papá, una mamá, los hijos y los abuelos. En términos generales, un duelo normal puede durar entre 6 meses y tres años. Cuando se sobrepasa este lapso, se habla de un problema patológico y se recomienda acudir a una terapia con un profesional.

De hecho, en todo duelo se pueden distinguir cinco fases, aclara la psicoterapeuta Claudia Tarasco. La primera etapa es la del shock: cuando se recibe la noticia. Se caracteriza por un bloqueo mental y emocional. Literalmente se deambula por la vida y pueden darse episodios de amnesia, de no llorar o de permanecer como sonámbula.

Después de unas tres semanas, se empiezan a experimentar las siguientes fases que no guardan un orden estricto y que pueden repetirse más de una vez. Es decir, después del shock que impacta y aturde, puede pasarse a una etapa de defensa psicológica. Esta fase es un período caracterizado por depresión (que es una tristeza profunda, con cambios hábitos de sueño y de comida); o bien, se puede caer en una racionalización (intentar explicar racionalmente la pérdida y que es la que suele afectar más a los hombres); también, se puede manifestar como una negación de la realidad o proyección del dolor en los demás, pero sin aceptar que es uno el que está sufriendo.

Otra fase es la del enojo-culpa. Aquí aparece la rabia y se buscan culpables: el personal médico, Dios o uno mismo. Abundan los sentimientos de impotencia y los si hubiera... Junto a la ira, aparece el sentimiento de culpa por sentir lo que se está sintiendo. Me da mucha envidia ver a las mamás que trepan a sus hijos en las camionetas cuando voy a buscar a mi hija al kinder. Pero al mismo tiempo, me siento mal de ser tan egoísta, reconoce María.

Al mismo tiempo, antes o después, se vive una fase de aislamiento emocional y social. De hecho, es un lapso de tiempo en el que la persona está como invernando, procesando lo que le ocurrió.

Por último, se llega a la fase de recuperación, también llamada de reorganización. Se da cuando ya se aceptó la pérdida y se puede hablar de ella, aunque siga doliendo.

En busca de un sentido
María confiesa que después de preguntarse mucho tiempo ¿por qué yo?, logró encontrar una respuesta que la dejó más tranquila. Me dije, ¿y por qué no podía pasarme esto a mí, si soy como toda la gente? Ahora, me pregunto ¿para qué este dolor? Y en eso estoy... No niego que siento cierto alivio de saber que Mariana está descansando, que su cuerpecito no era para este mundo, que está en el Cielo... pero todavía me enojo con Dios y me dan ganas de tenerla conmigo, de abrazarla.

En cambio, para Carla Hoffmann, mamá de César, Josephine y Carlota, muertos antes de nacer, algunas preguntas siguen sin respuesta. Ella trabaja como voluntaria de Fundación Esperanza, creada en 1998. Yo creo que el para qué de mi dolor lo respondí con el servicio que presto a la Fundación. Me propuse, como misión de vida, ayudar a otras mamás para que no sufrieran solas el dolor de perder un hijo antes de nacer o recién nacido. Y de cambiar las mentalidades que nos niegan el derecho de sufrir la muerte perinatal. Muchas personas creen que por el hecho de que los bebés viven menos tiempo, es como si no existieran. Y esas vidas sí fueron importantes. Lo que no entiendo es por qué no están vivos.

Carla reconoce, eso sí, que un duelo lleva a una opción fundamental de vida: o te quedas hundida o aceptas que tienes una herida en el corazón, una cicatriz que siempre va a doler y sales adelante. Y es cuando se quiere ayudar a otros. Como le sucedió a la periodista chilena, Susana Roccatagliata. Ella perdió a su hijo de 5 años tras un inesperado accidente. Al visitar el panteón un Día del Niño, vio muchos globos y juguetes en lápidas cercanas. Sólo entonces caí en la cuenta que yo no era la única. Y fue cuando entendió que tenía en sus manos el privilegio de transmitir a los demás su experiencia de seguir viviendo. Al poco tiempo escribió el libro Un hijo no puede morir (Editorial Grijalbo), en el que recoge testimonios de padres que han sufrido la muerte de sus hijos. Luego, creó la Fundación Renacer que ofrece apoyo a padres en duelo en su país.

Los dolientes olvidados
Por lo general, la mamá en duelo acapara la atención. Al papá se les exige proteger a su esposa y mantener el control de la situación. Además, al hombre en nuestra cultura, le cuesta más expresarse. Y como lo comenta Carla Hoffmann, el duelo es algo que tarde o temprano debe vivirse. Y mientras más se retrase, peor.

Por esto, aunque es bueno respetar los tiempos de duelo del hombre y de la mujer, conviene empezar a cambiar la mentalidad de muchos padres frente a la pérdida de un hijo. Todd Pitock, de la Fundación SHARE, en La fortaleza masculina, aconseja a los papás:
El ser estoico es una expresión falsa de la fortaleza. La masculinidad es ser un hombre completo, no una estatua. La valentía es mostrar con palabras, lágrimas o cualquier medio no violento lo que sientes. Es pedir ayuda y dejar que te ayuden. Es la voluntad de admitir tu vulnerabilidad. Finalmente, reconoces el dolor de tu esposa al reconocer tu propio dolor y honras a tu hijo al honrar tus sentimientos.

También, hay que recordar a los hermanos del niño o joven que muere. Ayudar a los niños pequeños a entender sus pérdidas y no marginarlos de lo que está sucediendo en la familia es prioritario para la sana recuperación. Fundación Esperanza distribuye el libro Caleidoscopio del duelo para guiar a los padres durante el proceso que enfrentan los menores. Con actividades sugeridas, el niño puede ir abrazando su dolor y evitar que sus sentimientos puedan afectar su autoestima.

Por su parte, los abuelos también viven una doble pena: perder a su nieto y ver con impotencia cómo sufre su hijo o hija. Ella era mi primera nieta; yo la esperaba incluso antes de que sus papás se conocieran, escribió una abuela. Los abuelos pueden revivir pérdidas anteriores, pero por lo general, tienden a inhibir sus recuerdos ya que centran su atención en los padres del hijo muerto. Y aquí también se recomienda demostrar lo que se siente. No creas que tienes que ser fuerte. Si necesitas llorar, hazlo. Nuestros hijos siempre agradecerán nuestra solidaridad, recomienda Emilia Rodríguez, del grupo Padres Despojados. Su hijo de 20 murió hace ya 14 años y ella sigue ayudando a otros que sufren esta pérdida.

Abrazar una esperanza
Hay que reconocerlo, el duelo de los padres es todavía una dimensión desconocida para los que no han pasado por lo mismo. Y, como lo destaca Carla: ni siquiera hay una palabra para definir nuestra situación. Hay viudos y huérfanos, pero nosotros sólo somos padres sin hijos. Sin ese hijo al que se desea abrazar.

Quedarse con los brazos vacíos es la realidad con la que se enfrentan los padres que han pasado por este dramático e inevitable trance de la vida, aunque ellos reconocen que peor es quedarse vacío por dentro. Perder la ilusión de vivir es sepultar cualquier intento de superar el duelo.

En su libro Cuando la gente buena sufre (Editorial Emecé), Harold Kusher explica que el sentido de la trascendencia, para los creyentes, es fundamental. Dios puede aparecer en un primer momento como el que nos quita al hijo... pero no se puede olvidar que Él nos hizo dos promesas: respetar nuestra libertad y estar a nuestro lado, acompañándonos siempre que se lo pidamos. En momentos de duelo, afirma María, sólo la fe te da fuerzas. Te peleas con Dios, pero en el fondo entiendes que tu hija llegó antes adónde sabes que querías llevarla.

Que sí y que no ayuda
- Traten a la pareja igual. Los papás necesitan tanto apoyo como las mamás.
- Estén disponibles para oir, hacer mandados, ayudar con los otros hijos, o para lo que se necesite.
- Permítanles hablar del hijo muerto cuando ellos lo necesiten.
- Brinden especial atención a los hermanitos, durante el funeral y en los meses siguientes. Ellos están confundidos y necesitan atención que sus padres ahora no pueden brindarles.
- Anoten la fecha de nacimiento y de muerte del hijo y recuerden dichos aniversarios.
- No piensen que la edad del hijo determina su valor e impacto para la familia.
- No tengan miedo de abrazar a los padres.
- No digan que saben cómo se sienten, si no han pasado por algo similar.
- No sugieran que vendrán otros hijos o que agradezcan los que tienen.
- No piensen que la muerte prohibe volver a reir.

(Fuente: Extracto de consejos ofrecidos por Fundación Esperanza)

Abortos naturales: ¿cuándo es necesaria una terapia psicológica post aborto?

mujer triste
Me enfrento a un tema sumamente delicado y que yo tengo dudas sobre que respuesta darle: ¿cuándo es necesaria una terapia psicológica post aborto?
Se trata de algo muy personal, dificilmente generalizable, pero que, acostumbrados como estamos a que el dolor del aborto natural se niegue o se minimice el impacto de la pérdida, no estoy segura que las mismas madres sepan reconocer. Y es que el aborto tiene consecuencias psicológicas reales en la mujer.
Más adelante quisiera complementar esta entrada con conversaciones con expertos en la materia, pues, aportando su experiencia y su sensibilidad podremos, quizá, estar más preparadas para afrontar esta crisis vital y también, los que estamos en el entorno de madres que pierden un embarazo, ayudarlas y reconocer los signos de alarma que pueden hacer preciso el acudir a un especialista para una terapia psicológica post aborto.

El aborto, una crisis vital

El aborto natural es, sin duda alguna, una crisis vital y una pérdida que merece su proceso de duelo.
Yo no he perdido ningún hijo pero si conozco muchas mujeres que han afrontado esta situación, algunas en circunstancias realmente horribles, pérdidas en un embarazo muy avanzado, muertes perinatales pero también reconozco que el dolor no tiene fecha de caducidad y haber perdido un embarazo incluso en los primeros meses les ha supuesto un dolor enorme que han superado, pero que les ha costado temores, dolor, angustia y, en algunos casos, una depresión o pensamientos recurrentes de gran desasosiego.
Un tercio de los embarazos no llegan a término. El aborto natural es natural, forma parte del proceso vital reproductivo, como la semilla de una planta que no germina. Pero el reconocer que el aborto es una circunstancia normal y bastante extendida, no cambia el dolor, ni debería servir para reducir su importancia para la mujer que pasa este proceso.

Una mujer que tiene un aborto es una madre

Una mujer que pierde un embarazo es madre en su corazón. Amó a su hijo que no llegó a nacer desde su mismo vientre, aunque nunca lo haya visto o abrazado. Para ella su hijo es real, y necesita, aunque la pérdida sea en los primeros meses incluso, un proceso de duelo.
Si te dicen eso de que apenas eran unas semanas o que mejor que abortara si el niño venía mal, su dolor puede ser mayor. No reconocer el duelo, no vivirlo o no verse reconocida como persona que tiene derecho a sufrir y a llorar, no ser reconocida como madre, puede causarle la incapacidad de asimilar lo sucedido, vivirlo plenamente, ser consciente y superar, desde el duelo, la pérdida.

El entorno aumenta el dolor con un trato deshumanizado

Si en el hospital el trato es deshumanizado en ese momento de crisis y trauma este puede ser mayor. No sabemos reconfortar en la muerte, menos aún en la pérdida de un hijo o en un aborto temprano.
Recordaré siempre, cuando estaba a punto de dar a luz, a una mujer joven que lloraba, sola, en la sala previa a entrar en las habitaciones de dilatación. Me acerqué a ella, y os aseguro que yo estaba aterrorizada pues mi parto era de riesgo y temía por la vida de mi hijo. Ella, me susurró, sin fuerzas, que no temía el parto, que estaba allí para que se lo provocaran porque su bebé, a los seis meses de embarazo, estaba muerto. Y estaba sola, sola, en ese momento, como si de verdad pudiera perjudicar en algo que su pareja o su acompañante no estuviera en todo momento a su lado. La abracé y me temo que fué lo más cálido que le dieron en ese momento los desconocidos con los que se cruzó.
Mujeres que han perdido un embarazo avanzado sufren los mismos dolores del parto provocado sin la esperanza de ir a conocer a su bebé. Incluso las ponen, en algunos sitios, en maternidad. Hay quien me ha explicado que al lado de su cama había una cunita vacia y su compañera de habitación estaba con su hijo en brazos. No puedo imaginar una situación más adecuada para volverte loca de dolor si el dolor de perder a tu hijo no te ha hecho ya caer en la depresión y la desesperación.
Tengo una amiga que pasó por esto. No recibió palabras amables, todo era como si fuera a quitarse una muela. Estando en la habitación con la medicación para provocar el parto tuvo ganas de ir al baño y alli, gritando, pudo ver como su hijo muerto salía de su cuerpo.

Ayuda psicológica para superar un aborto

En estos casos no tengo la más mínima duda que sería necesario que se les ofreciera no solamente un trato cariñoso, delicado, consciente del dolor emocional, sino también, sucedido el aborto, que esta atención psicológica fuera protocolaria pero bien orientada.
Cuando el aborto es más temprano la pena existe igualmente pero parece que, al ser una pérdida temprana, hubiera que negarlo y seguir con la vida como si nada hubiera pasado. No creo que eso sea sano, incluso si la mujer rumia sola su dolor, incluso si es capaz de negárselo a si misma. Ofrecer a todas las mujeres una orientación mínima sería necesario además de, como nos contaba recientemente Transi Álvarez, no decir nada que no fuerámos a decir si quien hubiera muerto fuera el marido.
La depresión postparto es raramente reconocida por las mismas madres. Yo, que sufrí una, a tarde mucho en entender que lo que me pasaba no era normal y mucho más en sanar. Si se tratase de una depresión por un aborto temprano, al que nadie reconoce como merecedor de tanta pena, me puedo suponer que ser capaz de reconocer que se necesita ayuda es todavía más complicado.
En principio, creo que sería conveniente ofrecer a las mujeres que tienen un aborto natural, por protocolo, una orientación general sobre el proceso de duelo y explicarles como y cuando reconocer que necesitan esa ayuda psicológcia si la rechazasen mantener en esa primera entrevista.
Luego, programando las consultas posteriores, que el profesional, aunque sea el ginecólogo, quien le pueda ayudar a reconocer si su estado emocional es bueno, si puede necesitar ayuda.

Reconocer al experto que puede ayudarnos

Eso si, sea cual sea la cualificación del experto que nos ofrezca ayuda, deberíamos ser capaces de reconocer si sus mensajes no son adecuados y decidir si el experto al que hemos acudido puede ayudarnos.
Una persona que niegue nuestro dolor o nuestro derecho a sentir dolor, es inadecuada para ayudarnos. Una persona que nos explique el proceso de duelo, sea empática, no nos juzgue, ni infantilice, ni culpe, ni nos haga sentir culpables por sufrir, esa si puede ayudarnos.
Pero sin duda, es preferible acudir a una psicóloga con una cierta especialización en el duelo y en el aborto, para tener la seguridad de que estaremos acudiendo a quien de verdad puede ayudarnos. y digo psicóloga porque estoy convencida de que en estas cosas una mujer puede conectar mejor con la vivencia, aunque eso no quiere decir que un buen psicólogo masculino sea una opción rechazable.
Terrores, pensamientos suicidas, falta de ganas de vivir, incapacidad para mantener una vida normal podrían darnos signos evidentes de que el duelo no está siendo bien llevado, pero también una tristeza profunda y crisis de ansiedad, una vez pasados los momentos inciales. Nunca negando el dolor ni el duelo, nunca negando que la mujer que ha tenido un aborto es una madre que siente que ha perdido a su hijo.
Hablaremos más profundamente sobre la necesidad de pedir ayuda psicológica post aborto en algunos casos, intentaré entrevistar a expertos en esta cuestión, para entender el proceso de duelo normal, reconocernos en él y ser capaces de dar al hijo no nacido un lugar en nuestra vida emocional y en la familia, para poder no olvidarlos, pero si superar su pérdida.

Como Afrontar la perdida de un hijo

Siempre se ha dicho que perder un hijo es lo más duro y difícil que le puede pasar a una persona. Superarlo resulta muy complicado y será necesario el apoyo de toda la familia y sobre todo de la pareja para seguir adelante y volver a sonreír. Sin embargo, es una situación tan extrema que puede acabar con la propia relación de pareja si no se supera adecuadamente. En ocasiones, tener otro hijo ayudará a superarlo, aunque hay que saber cuándo es el momento adecuado para ello


Perder a un hijo

Juan Pedro Valencia, psicólogo, nos da las claves sobre la pérdida de un hijo: “Cualquier muerte nos afecta en mayor o menor medida. Cuando es de una persona cercana o de un familiar aumenta considerablemente ese impacto. En el caso de un hijo, el impacto es una de las emociones negativas más fuertes que se pueden experimentar. Esa experiencia será distinta para cada uno de los padres, que vivirá la situación con iguales reacciones pero con formas particulares de mostrarlas o reprimirlas. Además, no se trata de un proceso con un inicio y un fin determinado sino que más bien se trata de algo continuo que permanecerá durante mucho tiempo, a veces toda la vida, pero que se puede hacer más sencillo de llevar si se trata adecuadamente”.


Fases del duelo

Después de morir un hijo, se sufren diversas etapas y multitud de sentimientos encontrados se alternan. Los sentimientos más frecuentes son la ira, la sensación de culpabilidad, la enorme tristeza y la presencia de pensamientos irracionales que pueden hacer pensar que se están volviendo locos. La culpabilidad, por ejemplo, se manifiesta como una falta de haber podido hacer algo que hubiese impedido el hecho doloroso; la ira o enojo suele dirigirse hacia quien se piensa es el causante de la muerte, incluso hacia uno mismo o a Dios. Pueden aparecer sentimientos de soledad, de aislamiento personal y social que impidan una comunicación adecuada de ese sentir.

1. Shock o parálisis. Es la reacción o conmoción momentánea cuando se recibe la noticia de la muerte. Se manifiesta a través de diferentes sentimientos: apatía, embotamiento, hiperactividad. Esta reacción nos defiende del impacto sufrido.

2. Alivio o relajación. Sigue al funeral y es de corta duración. Dura tanto tiempo como permanezcan los familiares y amigos con los padres.  Se caracteriza por expresiones de aceptación de la muerte, estado de ánimo alternante, entre tranquilo y llanto.

3. Resentimiento. Cuando los padres se quedan solos, llega el momento de la soledad, la inseguridad, la falta de autoestima, el sentimiento de culpabilidad… Se tiene miedo al futuro y hay una pérdida total de interés hacia el mundo exterior. Hay que comprender lo que está pasando, es bueno que la persona llore y se desahogue.

4. Recuerdo. Durará más o menos según la persona. Se recuerdan constantemente los hechos acaecidos antes de la muerte. Deseo de recapturar las emociones y experiencias felices con el fallecido.

5. Reparación. Es un esfuerzo deliberado por reiniciar la vida sin el hijo perdido. Aparecen ideas más positivas y racionales. Se cultivan nuevas aficiones, intereses y amigos.

Durante los primeros meses, el aspecto físico también se ve afectado, disminuyendo el tiempo de sueño, aumentando el cansancio, manifestándose pequeñas pérdidas de memoria y falta de concentración… Esta forma de sentir es absolutamente natural dentro del proceso de duelo,  pero en el caso de permanecer con gran intensidad e interferir de forma significativa en la vida diaria debería ser consultada con un profesional que pueda ayudar a elaborar la situación y mostrarles la mejor forma de poder afrontar esa pérdida.


Tensiones y conflictos en la pareja

Es frecuente que la muerte de un hijo provoque tensiones en la pareja. De hecho, muchas parejas son incapaces de superarlo y acaban rompiendo a causa de esta pérdida.

- Dificultades para aceptar que la pareja viva la pérdida a su manera. Cada persona es un mundo y exterioriza de una manera o de otra sus sentimientos. Un miembro de la pareja puede sentir, por ejemplo, que al otro no le importa la muerte lo suficiente (quizás porque no llora o porque no quiere hablar del fallecido). A veces, la necesidad de parecer fuerte, puede interpretarse por el otro como falta de interés.

- Culpar a la pareja. Es frecuente que uno de los miembros de la pareja piense que el otro es de alguna manera responsable de la muerte. Esto se puede traducir en reproches continuos o en sentimientos de impaciencia e irritabilidad hacia el otro.

- Falta de sincronización. Puede ocurrir que la pareja no viva al mismo tiempo los momentos de mayor dolor o las recaídas. Esto puede crear la sensación de que uno siempre está inmerso en el dolor, y puede contribuir a que se eviten el uno al otro en los momentos difíciles para no recaer en el sufrimiento.

- Las relaciones sexuales. Puede ocurrir que las necesidades de uno incluso aumenten, mientras que las del otro disminuyan o desaparezcan. Esto puede ser fuente importante de conflictos. El hombre, en general, es capaz de separar el deseo sexual de su situación emotiva. La mujer puede sentirse incapaz de desear si está triste o enfadada.


NiñosConsejos para superar la pérdida

Juan Pedro Valencia nos da una serie de pautas y consejos a seguir para afrontar la muerte:

-La primera idea a tener en cuenta es que, aunque resulte extremadamente doloroso, hay que permitir que los padres enfrenten el luto sin evasivas, permitiendo que las emociones y sentimientos se expresen sin reprimirlos. Si se sienten ganas de llorar que lo hagan sin pensar en qué lugar o momento están, pero sin que en ningún caso esta expresión del sentir llegue a provocar daño a sí mismos o a terceras personas.

-Si en ese momento había decisiones importantes pendientes de tomar, sería buena idea aplazarlas en la medida de lo posible hasta que se sientan con la suficiente capacidad para tomarlas adecuadamente.

-Intentar que nadie les presione o fuerce a tomar decisiones sobre las pertenencias de sus hijos, la habitación, ropa, juguetes, etc. Los familiares prestarán un mejor servicio dando apoyo emocional y respaldo que intentando ocupar el lugar de los padres, aunque sea con la mejor intención, ya que la elaboración de todo el proceso de duelo debe ser experimentada por ellos mismos.

-La pareja debe intentar mantener una buena comunicación, tanto entre ellos, por ejemplo hablando acerca de su hijo, de lo que sienten cada uno por separado, como también a la hora de hablar con los demás, tanto médicos, como familiares o amigos.


¿Cuándo tener otro hijo?

Lo primero que debe saberse –explica Juan Pedro- es que el dolor y el vacío que deja el hijo desaparecido jamás será reemplazado por la llegada de un nuevo hijo. Es decir, es importante que no se tome a la ligera la decisión de tener rápidamente otro bebé para así poder calmar la avalancha de sentimientos que se experimenta. Más bien al contrario, un hijo que venga por esa decisión repentina puede no sólo no disminuir el dolor y la pena sino incluso aumentarlos añadiendo el miedo y la angustia como nuevos compañeros de la vida diaria.

Si decimos que debe intentar posponerse la toma de decisiones importantes hasta encontrarse mejor, se comprenderá que la de tener un nuevo hijo es la más importante de todas ellas y por lo tanto deberá ser la más meditada, sopesada y aplazada hasta que efectivamente se sienta y entienda que se desea ese nuevo ser por sí mismo, no para cubrir ningún vacío o necesidad propias.


¿Se supera la muerte de un hijo?

Ciertamente, es casi imposible que un padre pueda superar la muerte de su hijo, ya que el dolor jamás desaparece del todo. Lo que sí puede hacerse es intentar sobrellevar esos sentimientos de la mejor forma posible, aprendiendo o desarrollando las habilidades y estrategias necesarias para que, junto con el paso del tiempo, puedan seguir con su vida de la forma más positiva posible. El dolor y la tristeza acabarán por disminuir y los sentimientos de culpa desaparecerán, permitiendo que un cierto propósito de vida que aparentemente había sido eliminado vuelva a aparecer poco a poco.

No son muchos los padres que acuden a un buen psicólogo para solicitar ayuda. La mayoría no se da cuenta de la posibilidad de ayuda que se les puede prestar y de que se les puede enseñar tanto a manejar las emociones negativas que les atenazan como a entender, fuera de su aislamiento emocional, social y personal, lo que ha ocurrido.

A veces, el dolor, la tristeza y la sensación de culpa son tan intensos y permanecen tanto tiempo en su vida que la misma cambia por completo, convirtiéndose lo que debía ser un duelo normal en algo patológico que necesita de la ayuda de un profesional.


FUENTE: Juan Pedro Valencia, psicólogo,
psicogab@cop.es.
Redacción: Irene García.

Ricardo Arjona Historia de un Aborto

Perder un Bebe♥

Un deseo común en la mayoría de las parejas que van a ser padres es, ante todo, que el bebé nazca sano, pero en algunas ocasiones la gestación tristemente no llega a término.
Esto ocurre en un porcentaje reducido de embarazos, sobre todo los que se producen en los países desarrollados. Aproximadamente un 15% de las gestaciones termina en aborto y en un 1% de los casos el bebé nace sin vida.
Entonces, ante esta difícil situación, ¿qué ocurre en el matrimonio o en la unión de hecho?, ¿cómo afecta la pérdida del bebé a la pareja? Este hecho, ¿es un elemento de unión o bien una situación que los distancia, que los separa? Éste es un tema del que no se suele hablar con frecuencia.
Por primera vez, un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan (EE.UU) analizó los efectos que produce la pérdida de un bebé en la relación de pareja. El estudio, publicado recientemente en la revista Pediatrics, señala que las probabilidades de separación aumentan cuando ocurre una situación de este tipo.
A la hora de realizar el estudio se tuvo en cuenta dos tipos de pérdidas: cuando se produce un aborto antes de las 20 semanas de gestación y cuando el feto pierde la vida en las 20 semanas anteriores al parto. En el primer caso (cuando se produce un aborto) el riesgo de separación es de un 22% mientras que en el segundo (cuando el bebé nace sin vida) este riesgo aumenta hasta un 40%.
Además, el riesgo de separación, divorcio o ruptura de la pareja se prolonga hasta los 3 años después de haber perdido el embarazo y hasta los 9 años si la pareja pierde al feto semanas antes del parto.
El aborto y el nacimiento sin vida pueden ser acontecimientos muy fuertes y traumáticos para las familias, señala Katherine Gold, una de las principales autoras del estudio. Y añade: “si bien muchas parejas se unen más estrechamente, para otras este hecho podría ser un factor importante de estrés en su relación, sobre todo si estaban atravesando dificultades antes de nacer el bebé o antes del embarazo “.
En estos casos, los expertos recomiendan recurrir a un especialista para que ayude a la pareja a superar el dolor que implica este hecho y pasar el periodo de duelo que requiere la pérdida del bebé. No hay que olvidar que ante una circunstancia de este tipo no reaccionamos de igual forma los hombres que las mujeres.
Una de las conclusiones del estudio es que la pérdida de embarazo podría tener consecuencias sociales significativas en el hecho de divorciarse o separarse.

En tu caso, ¿te ha ocurrido alguna experiencia similar? En caso afirmativo, ¿cómo superaste esta difícil y dolorosa situación?, ¿cómo afectó a tu relación de pareja? 
Comparte tus dudas, opina sobre este artículo y consulta los comentarios.
Autora: M. Abalo

CERTIFICADOS para nuestros ANGELITOS♥

Encontre en una pagina unos Certificados para nuestros ANGELITOS que estan en el cielo♥